¿De qué depende que una terapia funcione?

Es una de las preguntas, que con más frecuencia me han hecho.

Seguramente depende de muchos factores: de la profesionalidad del/la psicólogo/a, de su motivación, de su nivel de formación, de cómo esté de conectado/a con otros/as colegas, de la motivación y predisposición de la persona que acude a la terapia, … por mencionar algunos…

Pero en mi opinión, cobra especial importancia un factor en particular: el vínculo terapéutico. Para que la terapia funcione, es de vital importancia que, entre el/la psicólogo/a y el/la paciente, se establezca un vínculo, que favorezca el soporte y el acompañamiento, en el proceso de cambio y crecimiento personal.

Pero… ¿cómo se establece este vínculo?

A partir de un proceso de reconocimiento mutuo. En primer lugar, el/la psicólogo/a cuenta con la formación y la experiencia para aproximarse al malestar, al dolor, al sufrimiento, a las inquietudes, dudas, al motivo de demanda, del/la paciente, y proponerle un plan terapéutico que le ayude a sentirse mejor.

No obstante, en primera y última instancia, es el/la paciente quien le otorga el lugar al/la psicólogo/a. El lugar del saber, el lugar desde el que se genera el vínculo terapéutico.

Por mi experiencia clínica, lo cierto, es que existen tres ingredientes clave, para cuidar la relación y que el vínculo tenga lugar.

Seguridad, confianza y calidez.

El/la psicólogo/a, siente un interés genuino ante la persona que tiene delante, que la reconoce como persona única y particular, atendiendo su singularidad. No va a juzgar a esa persona, ya que ésta, necesita saber, que va a poder mostrarse tal y como es, y no va a evitar a hablar de ciertas cosas, porque se va a sentir segura. La comunicación debe ser fluida. En ocasiones, el/la psicólogo/a confronta al/la paciente, y le comenta aspectos que no siempre son agradables. Pero si lo hace de forma respetuosa, asertiva, y natural, no es incompatible con brindar un contexto de relación segura.

El/la psicólogo/a no puede dar por descontado, que, por el hecho de contar con un título universitario, el/la otro/a, va a confiar en él/ella de forma inmediata. La confianza se construye en cada relación, y forma parte de un proceso, que conlleva un tiempo. Hay que respetar los tiempos de cada persona, que pueden ser bien distintos. El/la paciente debe sentir la confianza para decirle a su psicólogo/a, si se ha equivocado en algo, o ha habido algo que le ha molestado o incomodado.

Y, por último, la calidez humana. Este aspecto, es algo cuestionado por algunas corrientes psicológicas. Si bien, el terapeuta, debe guardarse de contar a sus pacientes, aspectos de su vida personal, esto no se contradice con mantener relaciones cálidas y próximas, con las personas a quienes acompaña en momentos dolorosos, y que puede que se sientan muy solas. Es necesario, que se adapte al caso por caso, pero la calidez, no está reñida con la profesionalidad. Más bien al contrario.

A modo de conclusión

Obviamente, hay condiciones que se deben garantizar seguro en una terapia (la formación del/la psicólogo/a, la confidencialidad de los datos, …), pero hay que prestar fundamental cuidado al vínculo terapéutico, ya que es lo que garantiza, que la persona se sienta mejor y finalice con éxito, su proceso de cambio y crecimiento personal.

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