La ansiedad, del latín “anxietas”, “angustia”, “aflicción”, es un sentimiento de miedo, tensión, preocupación. Es un estado mental que se caracteriza por una gran inquietud, intensa inseguridad y extrema excitación.

Es necesario diferenciar entre la “ansiedad adaptativa” o “ansiedad sana”, que es una emoción eficaz que nos ayuda a preservar la vida; y la “ansiedad patológica”, que, al contrario de la anterior, nos perjudica en nuestra vida y nos impide vivir en calma. Algunos ejemplos de este tipo de ansiedad son las fobias, las obsesiones o las manías.

¿Por qué sufren tanto las personas que padecen ansiedad?

A nivel clínico, las personas que se encuentran inmersas en un estado de ansiedad suelen presentar nerviosismo, tensión, tienen la sensación de encontrarse en peligro, se sienten débiles, y suelen percibir el entorno en general, como amenazante. Quedan instaladas en la inseguridad permanente, y su autoestima suele quedar hecha añicos.

En su quehacer diario, no pueden pensar con claridad, no se sienten libres para liderar su vida, y existe el riesgo de que se vuelvan extremadamente dependientes de otras personas.

Pero… ¿qué esconde la ansiedad?

Es importante, que, a nivel terapéutico, vayamos más allá del síntoma. ¿Y eso qué quiere decir? Que debemos ayudar a la persona con ansiedad a que se sienta mejor, y para ello, puede ser necesario actuar sobre la misma (por ejemplo, con medicación), pero no en todos los casos, ni como única vía de resolución.  

Desde el trabajo del caso por caso, debemos explorar qué función tiene la ansiedad, para esa persona en concreto. Un mismo síntoma puede esconder diferentes motivaciones. En ocasiones, la ansiedad puede responder a una situación de ruptura sentimental, de duelo, a cambios vitales estresantes, al hecho de haber sido conocedor/a de un diagnóstico de enfermedad grave, … Y aunque las señales físicas que se observen sean muy parecidas en todos estos casos, la manera de resolver y gestionar la ansiedad, será muy diferente en función de la causa que la haya originado.

¿Y cuándo no se sabe qué está ocasionando la ansiedad?

Es fundamental dotar del tiempo necesario, respetar el ritmo de cada persona, y ofrecerle el soporte terapéutico preciso, para que, en un entorno de confianza y seguridad, y a través de la palabra, pueda empezar a nombrar el sufrimiento, para entender el porqué de su ansiedad.

Para gestionar de forma efectiva la ansiedad, y reducirla o erradicarla, hay que saber qué esconde, para poder actuar en la raíz del problema, y no quedarnos en un plano más superficial.

Actuar en la raíz del problema

Partiendo desde mi experiencia en el ámbito clínico, este es el punto clave del tratamiento para la ansiedad. Es importante que la persona se sienta mejor, pero para conseguir que viva en paz consigo misma y pueda vivir su vida en calma, debemos ayudarla a descubrir el motivo de su ansiedad, y en caso de conocerlo, gestionar y afrontar el problema que la está ocasionando.

Poner palabras al dolor, sentirse acompañado/a en el proceso, identificar las causas de la ansiedad, aprender a anticipar las señales, gestionar adecuadamente las emociones, … ayudarán en gran medida a la persona que acude a consulta por padecer ansiedad, a recuperar la confianza y la seguridad en sí mismo/a, y a vivir de forma plena.

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