¿Qué es el miedo?

Una emoción angustiante, provocada por la consciencia de un peligro o riesgo real, o por una idea desagradable, un riesgo imaginario, o una razón ilógica. Conlleva una intensa y molesta sensación, y en muchas ocasiones va acompañada de reacciones físicas como la aceleración del corazón y de la respiración, tensión corporal, sudoración, entre otras.

Es una emoción que nos ayuda a identificar el peligro, a preservarnos del riesgo, a defendernos de posibles ataques o agresiones, en definitiva, a sobrevivir.

Pero… ¿el miedo puede llegar a ser disfuncional?

Sí. En muchas ocasiones, el miedo provoca sentimientos como la inseguridad, la ansiedad, la culpa, la ira… Es importante tener herramientas para gestionar este miedo, entenderlo, y darle salida. De lo contrario, se enquista y la persona queda atrapada en una parálisis que le impide avanzar y disfrutar de la vida en calma, y de forma plena.

En estos casos, se hace necesario emprender la ardua tarea de desenmascarar el miedo.

¿Cómo desenmascarar el miedo?

A nivel psicoterapéutico, para desenmascararlo hay que promover el desarrollo del autoconocimiento. Es fundamental saber cómo gestionas tus emociones, qué información te dan, para así poder entenderlas y entenderte mejor. ¿Suena fácil verdad? No lo es. Una gestión emocional adecuada es la base de la solución de muchos problemas. Promoverla no es tarea sencilla.

Cuando la negación del conflicto, la evitación del dolor, la minimización de las consecuencias de determinadas emociones, pilotan nuestra vida, se hace clave poner el foco en la identificación y expresión de las emociones que sentimos, sin juzgarlas, aceptándolas, y aprovechando la información que nos dan sobre nuestra situación y nosotros/as mismos/as.

Hay que poner nombre al miedo, hay que enfrentarlo, de nosotros/as depende poder vencerlo.

Cuando el miedo se asocia al trauma.

Retomando el artículo “Nombrando el trauma para empezar a sanarlo”, que publiqué el pasado mes de octubre, la palabra trauma viene del griego, y significa herida. Un trauma psicológico hace referencia a un suceso que amenaza el equilibrio y bienestar de una persona, y a las consecuencias emocionales de ese suceso. Generalmente se trata de experiencias inesperadas, que entrañan mucho dolor, generan miedo intenso, y la persona que las vive, se siente incapaz de gestionarlas y enfrentarse a ellas.

En estos casos, el miedo puede resultar absolutamente bloqueante. Los pensamientos negativos, los recuerdos y sensaciones angustiantes se repiten una y otra vez, y el miedo se instala en nuestra vida imposibilitándonos regular adecuadamente nuestras emociones.

Cuando esto sucede, es importante que te acompañes de un/a profesional especializado/a en el abordaje y la gestión del trauma, para que te brinde las herramientas necesarias para poder cambiar esta situación tan dolorosa. Aunque tomará su tiempo, la situación se puede revertir.

Confiar en tus capacidades, aceptar tus limitaciones, dejarte ayudar, liderar tu vida, vivir el momento presente, aprender de cada situación, son factores que contribuyen en la superación del miedo asociado al trauma.

Sentir miedo no es malo.

Sentir miedo nos preserva del peligro y nos ayuda a sobrevivir.

Sentir miedo intenso, paralizante, disfuncional, sí nos impide avanzar en nuestras vidas y desarrollar todo nuestro potencial. Para vivir de forma plena, hay que aprender a vencerlo.

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