Los/as profesionales que acompañamos a personas que han sufrido abuso sexual infantil, en su proceso de sanación, sabemos que sí se puede. No obstante, doler, duele, y es de vital importancia tener en cuenta que cada proceso es único, y requiere de tiempos y ritmos diferentes. El trabajo del caso por caso se hace fundamental.
¿Cómo afrontar una herida tan dolorosa?
De entrada, rompiendo el silencio, poniendo palabras a los abusos sufridos, en un contexto de confianza y seguridad. Hablar, nombrar las heridas, compartir el dolor, desde la confianza de no saberse juzgado/a, ni cuestionado/a.
Dar salida, desde el propio relato, a emociones como la rabia, la vergüenza, la culpa, la tristeza, el miedo… puede resultar liberador. Pero también doloroso…
Conectar de nuevo con el abuso sufrido, recordar, liberar las memorias muchas veces reprimidas durante años, implica un tránsito de sufrimiento inevitable en todo proceso de sanación.
¿Por qué resulta tan doloroso?
Hay vivencias inasumibles, por el daño emocional que implican. En muchas ocasiones, las personas que han sufrido abuso sexual infantil, han vivido durante años disociadas.
La disociación no implica dejar de sufrir las consecuencias del abuso sexual infantil. Es importante tener presente que el hecho de no recordar haber sufrido abusos sexuales, no exime a la persona víctima de los mismos, de sufrir el peso de cada una de las consecuencias (emocionales, psicológicas, físicas…) que puede conllevar el abuso. Ponerle conciencia a ese peso, identificarlo y hablar de ello, ayuda a entender y a entenderse, y contribuye a ordenar emociones, que, de lo contrario, no dejan avanzar en el proceso de crecimiento personal.
Tomar conciencia de ese peso, duele.
A nivel terapéutico, ¿qué aspectos ayudan a superar un abuso sexual infantil?
El vínculo con el/la terapeuta. La confianza, el trabajo conjunto, la experiencia y el saber hacer del/la terapeuta, son elementos clave.
Sentirse sostenido/a, acompañado/a, escuchado/a, libre de cualquier juicio.
Significar el abuso sexual infantil como tal. Realizar una aproximación al fenómeno del abuso sexual, entender las dinámicas de relaciones abusivas, identificar y expresar las emociones asociadas, identificar, poner conciencia, a las consecuencias y síntomas del abuso.
Crear un plan de trabajo terapéutico único y singular para cada persona. Promover la construcción de procesos de sanación únicos, que respeten las necesidades y particularidades de cada persona.
Que el entorno de la persona que revela un abuso sexual infantil, confíe en ella. Que no sea cuestionada, que la crean, que la escuchen. Que la apoyen y acompañen.
¿Qué implica ser un/a superviviente de abuso sexual infantil?
Haber aprendido a convivir con la herida. Haber aprendido a gestionar el dolor.
Contar con herramientas y estrategias de afrontamiento cuando ese dolor vuelve a ser punzante, evitando así quedarse paralizado/a y no poder seguir con tu vida.
Reconocer la propia fuerza, la capacidad de afrontamiento, la valentía.
Ponerse en valor. Quererse, aceptar las limitaciones y reconocer los puntos fuertes.
Luchar, haber enfrentado los miedos más profundos, los temores más vergonzantes, y plantarles cara cuando intentan asomar de nuevo.
Pedir ayuda cuando se necesita.
Para finalizar, quiero agradecer la confianza de las personas que me han permitido que las acompañara profesionalmente, en su proceso de sanación. Siento una admiración y gratitud muy profunda, y reconozco en todas y cada una de ellas una gran valentía, fuerza, y determinación, de luchar por lo que merecen: vivir su vida en paz, disfrutándola plenamente. GRACIAS.
Molt bó, no podie esser de un altra manera.